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4 pasos para administrar eficientemente los riesgos

Un riesgo se puede definir como un evento futuro a los que una persona o institución están expuestos, y éstos brindan la probabilidad de sufrir una pérdida o daño. En muchas ocasiones los riesgos están directamente ligados a un posible beneficio, por ejemplo, una inversión, el otorgamiento de un crédito, la implementación de una nueva sucursal, entre otros.

 

Si bien siempre existe la posibilidad de riesgo, es posible reducirlos. Para ello aquí te diremos cómo reducir la posibilidad de impacto que un riesgo tiene implícito.    

 

1. Identificación

Se debe realizar un análisis a profundidad para identificar o determinar los riesgos existentes a los que podemos estar expuestos en la actividad diaria. Este es un paso sumamente importante para una correcta administración de los riesgos, ya que, en caso de no identificar claramente cualquier riesgo, pueden representar pérdidas significativas no previstas para la institución.

 

2. Clasificación

Existen diferentes tipos de riesgos a los que una institución se encuentra expuesta día con día; algunos riesgos pueden tener mayor impacto que otros dependiendo su origen o clasificación. Existen riesgos por factores internos, o bien por factores externos.

Con una clasificación se pueden diseñar estrategias correctivas que ayudan a contrarrestar y mitigar el impacto que puedan representar cada uno de los riesgos, la clasificación incorrecta de un riesgo puede contribuir a la incidencia de dicho riesgo, por lo que puede resultar inefectivas cualquier estrategia que se pueda implementar.

 

3. Evaluación

Posterior a la clasificación de los riesgos, se debe evaluar su nivel de prioridad, es decir, se debe analizar el nivel de importancia que tiene cada uno de acuerdo a su probabilidad de que se materialice, así como el nivel de impacto que puede tener el riesgo.

 

4. Control y monitoreo

En este último paso, se debe tomar la decisión de qué se deberá realizar con los riesgos, es decir, se debe analizar si se decide mantener, mitigar, transferir o evitar riesgos, de acuerdo a su apetito del riesgo. Finalmente, se debe establecer un plan de trabajo para controlar y monitorear los riesgos.

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